martes, 26 de marzo de 2013

el tiempo

La otra noche llegué a casa y por la ventana del edificio que está haciendo cruz con el mío, salía la misma música que había estado escuchando yo a la tarde. eso fue hermoso.
fue hermoso porque antes había ido a una fiesta en la cual sentí muchas ganas de volver a mi casa y tomar un té, de sentarme a leer entre la gente que bailaba.
cuando al fin volví, después de escuchar la canción entre tanto silencio (las pocas horas de silencio en estas cuadras son dos, las cuatro y las cinco) vi la calle mojada. volvió a llover después, cuando ya estaba tapada como en una mañana de invierno.
la droga que había en la fiesta no me pegó. una cantidad considerable de droga no me pegó. para mí es un problema menos. nunca pude ingresar a la forma hegemónica de la juventud de mi época. aunque cada vez es menor la deuda que nunca voy a pagarle a la forma hegemónica de la juventud. es un problema menos. no es que no lo haya intentado algunas veces, lo intenté, pero no funciona.
si siguiera mi ética debería relacionarme con muy pocas personas.
para mí es fantástico y coherente que la droga no me haya afectado. los demás no lo podían creer, me tildaron de "roble", hacia el final dije que tal vez un poco, que tal vez apenas, para que no se preocuparan. pero lo que más deseaba era volver, y volver y escuchar esa canción que a la tarde salió de mi casa y a la noche volvió a ingresar, desde la calle, fue hermoso. como si me estuviera diciendo: tranquila, tu lugar está cerca tuyo.

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