viernes, 31 de octubre de 2008

la hora del diablo


Nunca tuve infancia, ni adolescencia ni por lo tanto edad viril a que llegar. Soy el negativo absoluto, la encarnación de la nada. Lo que se desea y no se puede obtener. Lo que se sueña porque no puede existir; en eso está mi reino nulo y ahí se asienta el trono que no me fue dado. Lo que podría haber sido, lo que debería haber habido, lo que la Ley o la Suerte no dieron... los arrojé a manos llenas al alma del hombre, y a ella le perturbó sentir la vida viva de lo que no existe. Soy el olvido de todos los deberes, la vacilación de todas las intenciones. Los tristes y los cansados de la vida, después de alzarse de la ilusión, levantan a mí los ojos, porque yo también y a mi modo soy, la Estrella Brillante de la Mañana ¡Y hace tanto tiempo que lo soy! Otro vino a sustituirme.
(...)
El hombre no difiere del animal sino en saber que no lo es. Es la primera luz, que no es más que tiniebla visible. Es el comienzo, porque ver la tiniebla es tener su luz. Es el fin, porque es saber, por la vista, que se nació ciego. Así el animal se torna hombre por la ignorancia que en él nace.
Son eras sobre eras, y tiempos tras tiempos, y no hay más que andar sobre la circunferencia de un círculo que tiene la verdad en el punto que está en el centro.
El principio de la ciencia es saber que ignoramos. El mundo, que es donde estamos; la carne, que es lo que somos; el Diablo, que es lo que deseamos... Esos tres, en la Hora Suprema, nos mataron el Maestro que estuvimos por ser, y aquel secreto que él tenía para que nos convirtiéramos en él, ese secreto se perdió.

f. pessoa

lunes, 20 de octubre de 2008

la gata

Prendo la luz del patio voy a recostarme en la reposera a poner las patas sobre un banco donde están la pava el mate y los cigarros. empieza a anochecer.
la gata merodea por las cerámicas anaranjadas. envidio la cola que tiene, cómo la mueve, cómo camina y se rasca con la madera del banco y después con la pata de la mesa. la cola es la sensación que queda mientras elige qué hacer con los próximos segundos. de repente ve el recipiente de agua y con la misma velocidad relajada esquiva la mesa y se inclina a beber. levanta la cola que descansa porque ahora el eje de la acción ha cambiado. la miro, la envidio con su cola en movimiento y la contemplo sin reacciones cuando concluye alguna necesidad básica, como ahora se va al pasto y rasca un poco de tierra para intentar irse de cuerpo pero al segundo se levanta y tapa la nada con pedazos de pasto y migas de tierra.
viene, le pego un llamado que recibe antes de mi voz, tales son sus tiempos, parece que el presente fuera lo que la envuelve desde su aparición en la vida hasta hoy. en eso nos parecemos. no hay una línea de tiempo, solamente un movimiento infinito que ella muestra en la velocidad de su cola. venga gata, le digo, sos hermosa. y se queda, patas sobre mis huesos de la cadera y manos en mi pecho, acomoda la cabeza sobre mi hombro, en la parte entre el cuello y la nuca. comienza un sonido tranquilo, silencioso pero feliz. quisiera que todos los humanos fueran así, y pensar que son tan pocos los de tu raza.
se da vuelta, se sienta en mi panza y dándome la espalda, miramos juntas el cielo. hay un azul mediterráneo casi acuoso y a unas cuadras vemos la torre de telefónica que centellea una luz roja. eso es el tiempo, parece decirme la gata mientras me agita la cola sin rozarme delante de la cara como un péndulo de belleza, y yo pienso, éste es el tiempo gata, y aquello es que el único color es el rojo.

jueves, 16 de octubre de 2008

cielo a esta hora





tengo libro nuevo!
que editó ESTAción de servicio ediciones
con dos variantes de tapa.

FLIA este sábado

domingo, 12 de octubre de 2008

escribir



Trazar signos musicales es la indispensable inmediata ejecución de alguna cosa que, refrenada, moderada, contenida por lo que no puede ser ni ocurrir en este exacto momento, conduce al encono o resentimiento tenaz que no tiene fin (cuya plenitud es el deseo ardiente de desquitarse del daño recibido), que no puede ser saciado o evitado.
lo que necesita una indispensable ejecución inmediata es lo solo sin otro de su especie, insustituible.
subordinación de voluntad y juicio a un tratado de hallazgo que únicamente será factible para descubrir el ocultamiento de otro defecto o privación.
cada conjunto de sonidos articulados expresares de una idea, es imposibilitado de sustraerse a ser antecesor de otro para suprimir su lugar desierto; como un empujador eterno de sensaciones auditivas hacia la abstención del RUIDO en ningún tiempo hallado.
los trazadores de signos musicales son poseedores de alguna pasión tremenda o son deidades. sacan de la nada la Real existencia para capacitar su comprendido recibo.

Escribir es una urgencia que, reprimida por la imposibilidad de lo instantáneo, lleva al rencor interminable cuyo auge es una sed de venganza imposible de satisfacer o evadir.
lo que urge es lo único irremplazable.
sometimiento a una búsqueda que solamente podrá abrir otra falta.
cada palabra necesita ser predecesora de otra para abolir su soledad, como un sísifo arrastrando sonidos hacia el silencio nunca encontrado.
los escritores son ciegos o dioses. crean la verdad para poder percibirla.

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lunes, 6 de octubre de 2008

Junín de los Andes- Lago Huechulafquen

Costó bastante tiempo encontrar un transporte para ir hasta el camping del primer lago. Frente a la terminal había un parquecito con más chicos esperando. Aprovechamos la espera para hacer compras en el supermercado y alejarnos del pueblo por un tiempo indeterminado.
Entrevisté a todos los remiseros posibles, y a cada auto que pasó para ver si por casualidad viajaban para aquél lado. Todas las posibilidades fallaron, hasta que conseguimos más gente para llenar una combi y nos fuimos mientras atardecía.
En el camino bordeamos las montañas en subida y el viento entraba por las ventanillas de la camioneta mientras escuchaba música de viaje en el mp3. Entre canción y canción oía fragmentos de conversaciones del resto que hablaban del viaje, el tiempo, el lugar natal de cada uno.
A la media hora llegamos a un camino de tierra que llevaba al camping. Esa fue la primera vez que intentamos caminar por un largo trecho con las mochilas.
Llevar mochila es lo mismo que sentirse una bicicleta. Si no lográs deshacerte de tu sujeto es casi imposible llevar mochila. Y no sólo por esto, sino también porque realmente era demasiado peso mal acomodado, a las tres cuadras no dimos más y emprendimos lo que sería el primer descanso en el pasto.
En seguida pasó una camioneta, la última de ese día que entraba al camping tan lejano, cargamos las mochilas en el techo y a nosotras dentro del vehículo.
El camping empezaba a estar oscuro, eran las diez de la noche. Lo cercaba un lago enorme respaldado por tres montañas que en la noche tomaban formas monstruosas invadiendo el agua. La costa era de arena negra y decidimos clavar la carpa apuntando hacia el lago. Nos olvidamos de llevar linterna, así que tuvimos que arreglarnos con el celular y una tarjeta pre-paga de ana que tenía una luz efímera para buscar estacas y esas cosas pequeñas.
Se hizo de noche en seguida, pero ya teníamos la carpa a medio hacer.
Antes hice un recorrido rápido por nuestro alrededor y encontré una tabla gigante para usar de mesa, silla, cama al sol. Fue un hallazgo increíble y mi segunda sensación sísifa tan literal. La tabla pesaría unos setenta kilos, si no exagero, y el arrastre de unos 30 metros me llevó alrededor de diez minutos. La dejé en el lugar que sería fijo y se levantó una polvareda negra. Me sacudí las manos, miré para arriba: el cielo estaba completamente agujereado. La capa blanca que en general está oculta, se veía en la misma medida que la negra. O a la inversa, incontables puntos blancos hacían figuras que se podían ver sin mucha concentración.
Llega un momento y un espacio en que lo otro se encarga de los sentidos de uno, y uno descansa y contempla. Había partes de niebla dispersamente estrellada, la vía láctea, la cruz del sur, todas las constelaciones transparentándose, como si se hubiera borrado la capa más superficial de visión. Wow. Así iban a ser todos los cielos del viaje. Salvo que éste no tenía luna.