sábado, 31 de agosto de 2013

Juana Bignozzi

Nocturno

la luz de mis amigos en las cenas en mi ciudad
el perro de Anouilh que siempre aúlla para mí
casas de barrio a oscuras cazadores de lavabos de estación
mi amiga comprándome vino en el kiosco
un avión esperando para encender los motores

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En otra vida yo miraba desde la ventana de un bar...

en otra vida yo miraba desde la ventana de un bar
cómo la tormenta aplastaba las flores azules contra los cordones
contra las paredes
y por ese momento único de la juventud que dura muy poco
supe que nunca olvidaría esa escena en que nada aparecía
de lo que amaba me interesaba o temía
ni novios ni odios ni otros poetas ni revistas de opinión ni
secretarios de barrio ni amigos imbuidos de una colonizada cultura pavesiana
sólo las flores azules y la lluvia
recuerdo el nombre del pueblo la hora y esa lluvia
que nunca en las décadas que siguieron confundí con alguna otra

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XIX

para ver el alba
ejercicio periódico en otra época
debo caminar toda la noche
alimentando crías que nunca crecerán
ahora sé que hay teorías para la juventud
ver aparecer la luz recuerda el primer rechazo
la brutalidad del nacimiento
y teorías para el principio del final
ver aun aparecer la luz es recuperar la noche

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Las décadas no han pasado
yo camino sola en la luz de la tarde
en las vidas paralelas de los hombres que he tocado
soy el gran escenario y el mayor espectáculo
nadie cree en la desesperación de los inteligentes
ni en los pactos
en los que siempre pierden los lúcidos
la luz que ahuyenta los visitantes nocturnos
y alimenta los signos de la vida
seguirá encendiéndose en otro lugar.

jueves, 22 de agosto de 2013

Mudanza

La mesa no va a entrar en el ascensor
la vamos a tener que subir por escalera.
me di cuenta al medirla con las tanzas, 
a falta de centímetro,
como me enseñó Jorge una vez.
Pero no hubo caso
no dan la altura ni el ancho,
que son las medidas
más importantes.
Si alguna vez dije que soy desapegada
es mentira, me retracto.

Conseguí las cajas que faltaban,
toda mudanza es doble
preparar el lugar al que se llega,
para poder entrar en él,
y vaciar el lugar que se deja
para que pueda entrar otro.

Parece que fuera verano, está bien
estamos a finales de agosto,
tampoco tendrían que hacer
quince grados menos.

En el kiosco me regalaron un chocolate enorme
cuando fui a comprar tabaco.
Lo devolví porque no lo necesito.

Después estuve en la caja del Super City:
adelante había un matrimonio
que compraba cubanitos para rellenar
con dulce de leche.
Yo compré una birra  
para empezar a mudarme

Las cajas son acebradas, no encontré otras
Julia se va a reír cuando llegue y las vea,
todavía me falta armarlas
y escribir la frase final
por la que anoté todo esto:
se acaba de terminar una parte
de la magia
que nunca existió.

Va a ser complicado subir tantos pisos con la mesa

Voy a extrañar mucho ese techo tan alto.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Appia



que las cosas mantengan su entereza


En un campo.
yo soy la ausencia
de ese campo.
Eso se cumple siempre:
donde quiera que esté
soy lo que falta.

A mi paso,
el aire se separa
y siempre vuelve a unirse
llenando los espacios
donde estuvo mi cuerpo.

Todos tienen razones
para moverse,
yo me muevo para
que las cosas mantengan su entereza.


Mark Strand

sábado, 10 de agosto de 2013

la escuela rural


Ahora soy profesora rural. Tengo que abrir la tranquera y la puerta de la escuela con la llave que me dan en la sociedad de fomento. Bajar los bancos de arriba de las mesas y subir la estufa. calentar el agua para el mate en la pava eléctrica que dejan en el aula y que una de mis alumnas no podía hacer andar. así que las dejé ahí un rato frente al pizarrón y fui a poner el agua yo. resulta que el botón no se había encendido cuando lo intentó mi alumna. y después sí, pudimos seguir la clase con el mate.
la gente de campo tiene otra energía, nada que ver. mis alumnos son 7, pero en la primera clase fueron dos, una de 45 años y la otra de 30. con la de 45 estuve charlando más de una hora hasta que convenció por mensaje a su compañera para que venga a clase. toda esa hora en la que estuve sola con ella pensaba en si tenía que empezar a dar la primera clase para una alumna sola, o si le tenía que decir que anulábamos esa clase y yo me quedaba girando por las calles de tierra hasta que se hicieran las 20, y ella se volvía a su casa, a dos cuadras de la escuela.
pensé también que por suerte esa no fue mi primera experiencia como profesora, porque si no no sé qué hacía. capaz me hubiese quedado en la sociedad de fomento, con Silvia, que fue la que me dio la llave después de que caminé varias veces por la cuadra, intenté abrir la puerta de la biblioteca, hasta entrar ahí, correr las cortinas naranjas a rayas y pasar por atrás de los pibitos que miraban una película que se escuchaba en todo el pueblo. Silvia se me cagó un poco de risa, lo que me hizo sentir bastante urbana y bastante pelotuda, porque yo le aclaré varias veces que después de terminar la clase le devolvía la llave o en caso de que los alumnos tengan otra clase se la dejaba a ellos, "total, siempre se manejan así, no?". ella me dejó el manojo y me dijo que cualquier cosa estábamos al lado, que no me preocupe, que me fijara las luces, y qué aula era la que me tocaba.