domingo, 7 de diciembre de 2008

Las estrellas en la avenida

Ya pusieron las estrellas en la avenida
a veces pienso que habría que transcurrir en silencio
lo inagotable
la ciudad está cruzada por hilos
como todas las cosas, las calles, los edificios
con las personas, las personas entre ellas
pero adentro hay algo que no.
hay algo hermoso llevándose a sí mismo
aunque ahora esté quieto como un muerto
o cualquier belleza inútil
si mirás desde la esquina cada estrella sigue a otra
un avión tarda tanto en atravesar el cielo
que se hace de día
desenrollo la sábana y nos tapo.

martes, 2 de diciembre de 2008

Elvira

Erguido desde el centro de la tierra
con el tiempo cubrirá
toda la fachada del edificio

aunque podría ser

que la tierra baje
descubriendo cada vez más ramas
la corteza sucia antes oculta
irguiéndose desde el centro duro

de cualquier modo
las ramas
entrarán a la casa
si nadie las poda.

con el tiempo se extenderán
y con ellas
los parásitos que conviven

llegarán a la cocina
recorriendo los caños de agua
por dentro

y de las canillas saldrá savia
transparente

No necesita irse
sino que el mundo la olvide
para cumplir el propósito

la casa hecha de sombras
será un bosque oculto

cuando el tiempo pase irrefrenablemente

todavía hoy se levanta de la cama
y el origen de la sábana no revive

anoche soñó con juegos olímpicos

despierta de un envión
mitad acostada, mitad erguida

mira la pared
los ojos avanzan hasta quedar
fijos en ella

tendrá que levantarse para lavarlos
una vez recuperados

las plantas de los pies tocan el piso de madera
una seguida de la otra

se asoma a la ventana y lo ve:
erguido desde el centro de la tierra
las ramas se estiran en la medida de un día más

se desliza por el espacio
distanciadamente
la madera cruje

Elvira permanece derecha
la mañana pasa en silencio

afuera el tráfico es de olas
sucediéndose ordenadamente
una tras otra
sin estallar por completo

los restos del sueño se mezclan
la noche termina de irse

descorre la cortina
un rayo de sol empieza a secar
las gotas que dejó la noche

el cambio de habitación trae
un cielo de campo nublado
también allá
desde el centro duro de la tierra
algo permanece erguido

la imagen borra el viento
hasta retratar a Hebel

todo sigue quieto
desde la última vez

sin saberlo prenden la hornalla
al mismo tiempo

Elvira hace correr el agua
la toma con las manos
en forma de vaso

primero moja la nuca
después los ojos

el agua hierve en distintos momentos
acá y allá

Elvira corre otra cortina
ahora sobre vidrio opaco
todavía no prende ninguna luz

carga el balde sin llenarlo hasta el borde
tira agua lentamente
sobre los deshechos

todo está limpio y tranquilo
la imagen olvidada

prepara el mate y se sienta
ahora está riendo

anoche vio en el parque cómo llevaban un cajón
entre dos

el cielo rosa tapaba carteles
de los edificios

ellas tardarían lo suficiente
como para dejar de esperarlas

Elvira reconstruye la vanidad:
la espera de uno mismo
en la noche de otro

aunque todos los mensajes digan lo contrario
nadie llegará

no tiene la sensación de una presencia invisible
observando
ni tiene la intención de que algo cambie
bruscamente

el mate se vuelca por un giro de espalda
y la sucesión de movimientos brutos
de uno de los brazos

la hornalla sigue encendida

antes de juntar el mate
la apaga
todo de forma prolija
no hay intención de cambiar
tampoco esto

anoche sin embargo hubo el regreso
de ellas sin el cajón vacío

ella miraba desapercibida
el cielo de rosa a rojo

ahora ceba con precisión
no volverá a caerse
es sabido

igual ceba con precisión

vuelven de un secreto
con las manos vacías

llega la tarde

y con esta la lluvia

el tránsito se transforma en lo que es

de la noche ningún rastro
del campo tampoco
ni del parque

necesita tiempo y olvido fuerte
una acción brusca:

sobre el deseo dormido crecerá un bosque

suena el mismo teléfono

terminó de llover

en un rato abrirá las ventanas
y entrará viento húmedo

tiende la cama
todavía no prende ninguna luz.