lunes, 2 de junio de 2008

Molinos en techos de chapa




Miedo es no saber dónde está anclada la importancia.
Todo dolor tiene sentido,
una chica llorando porque perdió San Lorenzo
yo intentando ordenar el corazón
un lugar llamado Caos queda al borde de las costillas
¿dónde vamos a poner tanta belleza desparramada?
el aire que queda entre dos que lo quieren matar
¿cómo hacemos ahora?

Por la ventana veo los techos de chapa y el cielo de las siete

Un segundo de felicidad
despertamos para ver la salida del sol
sin querer, a la vez
y cambiamos la posición para dormir.
Ahora el sol está en el baño.

Adoro el retardo entre azulejos blancos
y un rayo de luz choca de lleno contra el piso
cuando no pongo la cara directo al golpe.

Si quisiera escapar saltaría del balcón
al techo de aluminio,
haría equilibrio por la cornisa hasta bajar al patio,
un giro céfalo para ver
el garaje de película yanqui
después me quedo cerca del árbol
a la altura de las ramas
a descansar.

El tiempo que lleve descansar.

y desde ahí miro los molinos de ciudad sobre los techos de chapa
se mueven a imagen y semejanza con una música perfecta
tanto que no necesita sonido
basta con el aire y con marchar circularmente
al mismo lado, al mismo ritmo. El sol
está en el baño ahora, yo no deseo escapar.

Deseo -además de desear todas las cosas-
quedarme sentada en el paredón que da a la calle
dejar las piernas colgando y cortar ramas,
apilar maderas al lado,
contemplarlas y cada tanto comprobar
la constancia de los molinos.

El cielo cambia todo el tiempo. Yo no deseo escapar
hay una escalera, de última,
pero nunca a la vereda, la vereda está pisada
mientras adentro voy a explotar de mugre
¿y que quedará de eso?

La felicidad es nadar
la melancolía es más bien flamear
la diferencia es el agua siempre.

No quiero huir, solamente comprobar ciertas cosas
por ejemplo ver un cuadro en la pared que dice:
somos todos los colores reinventados,
y después reinventarlos de nuevo
de vuelta, no de nuevo, que es distinto.

De nuevo pasa una sola vez, de vuelta es todos los días
o desde la segunda vez en adelante,
podemos mirar, de todas maneras tenemos ojos
los ciegos inventan los colores, eso no es miedo
es necesidad de caminar lento con un bastón cerca de las puertas
lejos de la gente,

no tengo miedo.
El miedo físico es una sensación:
todo enamoramiento es inesperado
es verdad, no hay nada más poético que las preguntas
y la vida reflexiva

atraer los hechos y maltratarlos, el tema es
reubicarlos en el lugar de origen
nunca es de nuevo, siempre es de vuelta.

El dolor físico para recordar que tenemos cuerpo
vamos arrastrando un tubo toda la vida
adentro nadie sufre por amor.
sufrimos de amor
nadie enferma por amor.
Nos enfermamos de
pensar en no escapar o no tirarnos de un salto al techo
¿quién respeta al primer pensamiento?

Todo el tiempo tratamos de corroborar, de esperar el retorno igual de la cosa
para poder decir sí.
El tema es el mismo de siempre: el orden se desordena
y la palabra reorden no existe.
Sí su acción
pero para eso tiene que existir la acción

hay gente que piensa demasiadas horas al día y no es lo mismo
fumar un cigarrillo de paquete que uno armado
Quizás sea cierto que esté arruinando todo,
que esté pensando siempre contrariamente a lo que es,
porque algo es
por ejemplo
las frases precisas del poema no las dije yo,
yo sólo junté esto y lo dejé acá
para que exista
como los molinos existen.

1 comentario:

copiloto dijo...

estoy aburrida, invitame a tomar mate!