martes, 8 de abril de 2008

la mañana vino hecha
para leer poesía
si trago una palabra
vomito una palabra
la mañana vino hecha
para escribir poesía
como llega el final
del semáforo rojo,
entran por la ventana
del pulmón
las palabras al lugar donde las frases
no se borran nunca.
la mañana vino hecha
para admirar poesía
así apilamos libros sobre la mesa
coincidimos en la necesidad
de un destinatario y la envidia
de una escritura objetiva
que nos borre
automáticamente
la mañana vino dicha
en voz alta
deseamos un tiempo sin horas
“no hay que leer,
no hay que pertenecer al tiempo ajeno”
creemos en la literatura
contemporánea, en la presencia
destino para escribir
destino para leer
gritamos
el final del semáforo rojo
ruido entra
de vidrio roto
me cerca una poesía
larga
la mañana vino hecha
para retenernos
podés retirarte de la atención
le digo
pero se queda, nos mareamos
nos turnamos en los libros
la mañana vino hecha
para invadir el día.

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