Es mayo en el hemisferio sur del planeta
un piso alto sobre la curva de una avenida en silencio
son las dos cuarenta y seis de la mañana del miércoles
la ciudad duerme
el vidrio del balcón retumba apenas con el viento del otoño
llueve sin extremos
el piso de la casa es alfombrado
no se escuchan los pasos de las personas
sí, en cambio, el ventilador de la máquina encendida
las agujas de dos relojes desincronizados
pequeños golpes naturales en la puerta de chapa donde termina el departamento
dos personas acaban de comer y permanecen cómodamente en silencio
una carraspea a causa de la cáscara de pan que le quedó atracada entre las hendijas de la faringe
memoriza un texto
de vez en cuando tantea ciegamente los cigarrillos que hace poco apoyó
la otra sobre la mesa que comparten
se aman
la primera se levanta de la silla y deja caer sus pantalones
mientras se acuesta en la cama tapándose con frazadas sin correr los objetos que hay arriba
la otra se sienta a escribir un poema que la primera escucha teclear desde la cama
el poema finaliza
despiertan a causa del silencio